domingo, 5 de septiembre de 2010

El día en que la Stasi espió a la DINA

El servicio secreto de la Alemania comunista: Cómo operó la Stasi en Chile



Estuvo cerca de Salvador Allende desde fines de los 60. Le brindó protección siendo gobernante y luego, tras el 11 de septiembre de 1973, ayudó a salir de Chile a Clodomiro Almeyda, Carlos Altamirano y Luis Corvalán.




Desde fines de los años 60, Erick Mielke, ministro de Seguridad e Inteligencia del Estado de Erich Honecker entre 1957 y 1987, decidió que la "Hauptverwaltung Aufklärung", el Buró Principal de Reconocimiento de la Stasi para operaciones encubiertas en el extranjero, debía abrir cuatro nuevas oficinas permanentes en países de América Latina. Las capitales escogidas para coordinar operaciones fueron Managua, Sao Paulo, Buenos Aires y Santiago, que se sumaban a las de La Habana.


"La Stasi, cuyo rol formal no fue definido en la legislación, tenía a su cargo la supervigilancia política doméstica y el espionaje foráneo y era, en teoría, supervisada por el Partido Socialista Unificado (SED). En un comienzo, su personal era reducido y su prioridad era la contrainteligencia para enfrentar a Occidente y los vestigios del nazismo. Luego se agigantó, radicalizó y adoptó el molde del KGB soviético, llegando incluso a secuestrar a desertores que escaparon al Oeste para encarcelarlos. En 1989 tenía entre 500 mil y 2 millones de colaboradores, 91 mil empleados regulares, y mantenía archivos de 6 millones de personas", señala desde Viena una diplomática checa que trabajó en la RDA.


En Santiago, en 1970, el embajador de la RDA, Harry Spindler, recibió instrucciones de Hermann Axen, el canciller en las sombras de Honecker, de colaborar con el "agente de caso" Paul Ruschin y sus dos ayudantes que habrían arribado a Chile ese año y que reportaban sus actividades al segundo de la Stasi, Markus Wolf, director de contrainteligencia exterior y segundo en la jerarquía de la entidad germana.


Para la secreta organización, la figura del entonces senador Salvador Allende Gossens era un "blanco de atención", principalmente porque éste buscaba ampliar sus contactos en la URSS y mantenía una activa agenda de viajes internacionales, que en 1968 lo llevaron a Corea del Norte y Vietnam del Norte.


"Allende creía que la RDA le proporcionaría apoyo económico. Por ello, después de visitar Corea del Norte y Vietnam se reunió con Hermann Axen, el segundo al mando después de Honecker y que dentro del Comité Central del SED era el encargado de la Relaciones Internacionales y del apoyo a organizaciones amigas en el exterior. Ambos se agradaron bastante, y hasta cenaron juntos, saliéndose de la agenda", señala un diplomático chileno que vivió en la RDA.


Cuando Allende fue elegido presidente de Chile, el régimen de Alemania Oriental observó que la seguridad del Mandatario era deficiente. "A través del embajador alemán oriental, Harry Spindler, Axen ofreció a Allende el apoyo de la Stasi para entrenar en forma secreta a personal de su máxima confianza en La Moneda, el GAP y el MIR, en la RDA o en Chile, y la oferta se aceptó, por supuesto", señala un militante del PS entrenado en Berlín Oriental.


Concuerda con esta versión el coronel Reiner Wiegand, un ex agente de la Stasi que fue entrevistado en el libro "DDR Unrecht Spionage", de Klaus Maxwell. "En 1971, una docena de especialistas en operaciones encubiertas y la guerra de guerrillas fueron enviados a Santiago bajo cobertura diplomática. A ellos se unieron diversos agentes del bloque oriental, incluidos los oficiales de Checoslovaquia, quienes instalaron un campamento de entrenamiento para un servicio de protección presidencial cerca de Valparaíso, con tecnología soviética de seguridad, un campo de tiro, armas y cabañas prefabricadas". El coronel Reiner Wiegand, hombre de confianza de Wolf, fue quien personalmente escogió a los instructores para viajar a Chile. Wiegand caería posteriormente en desgracia al desertar al Este y asilarse en Portugal. En 1996 murió en un "extraño accidente de tránsito" en Lisboa, justo antes de declarar por el atentado contra la discoteca berlinesa oriental La Belle, en el que murieron varios marines estadounidenses en 1986.


Hermann Axen, quien en Chile conocía a Volodia Teitelboim, no sólo compartía con Erich Honecker la membresía en el Comité Central del SED, sino también el hecho de haber sido condenados a tres años de prisión por un tribunal nazi por "preparación para la alta traición comunista". No obstante, Axen había sido encarcelado por la Gestapo en Auschwitz, donde estuvo a punto de morir. Como arquitecto de la política exterior de Honecker, allanó el camino para que Salvador Allende visitara Berlín Oeste, y en coordinación con Erick Mielke, el director de la Stasi, organizó la Conferencia Socialista de 1975 en Helsinki, Finlandia, donde la RDA reunió a dirigentes de izquierda de todo el orbe, entre ellos a varios exiliados chilenos de Berlín Oriental, como Carlos Altamirano y Enrique Correa.


En septiembre de 1973, la mayoría de los efectivos de la Stasi en Chile escaparon a Argentina, aunque quedó en Chile un pequeño grupo de agentes con pasaportes falsos de las más diversas nacionalidades europeas. Fue este pequeño grupo el que comenzó a evacuar del país a los dirigentes del gobierno de Allende que Honecker consideraba más relevantes.


"La prioridad era sacar a Clodomiro Almeyda, ex ministro de Relaciones Exteriores, y al secretario general del Partido Socialista de Chile, Carlos Altamirano. También se buscó asilo en distintas embajadas europeas para socialistas menos conocidos, y a otros se los sacó por barco o por la cordillera. Se sacó, además, al yerno de Honecker, Leonardo Yáñez, quien estaba casado con su hija Sonja", señala una fuente entrenada en la RDA. Sonja Honecker actualmente trabaja en Chile en una ONG, bajo otra identidad. Entre septiembre y diciembre, Carlos Altamirano recorrió escondites en distintos sectores de la capital, siempre con el cabello teñido rubio. Al iniciar la clandestinidad, Erich Honecker ordenó a Erick Mielke, el director de la Stasi, la operación de rescate de "Roberto", chapa de Altamirano, junto con un grupo del PS.
Tras el golpe de Estado, tres agentes de la Stasi destinados en Chile fueron obligados a mantenerse en el país para recibir apoyo exterior y coordinar las operaciones de rescate. Uno de ellos era el diplomático alemán oriental que trabajaba bajo el nombre de Paul Ruschin, quien se encargó de conseguir asilo político a decenas de militantes de la UP.
A fines de diciembre, tras haber cruzado la Cordillera escondido en el doble fondo de la maleta de un auto (aunque otras versiones señalan que salió disfrazado de arriero) y salir desde Buenos Aires con un pasaporte falso elaborado por la Stasi, Altamirano aterrizó en el aeropuerto de La Habana, donde permaneció algunas semanas antes de partir a la RDA. "Altamirano pensaba quedarse en Cuba por más tiempo, pero sus relaciones con los Castro no eran buenas. Él creía que una resistencia armada en Chile era imposible, mientras que los cubanos sí defendían esa postura en toda América Latina, aunque había sido artificialmente inflada por ellos y también como una forma de propaganda", afirma un ex militante del PC que también recibió entrenamiento en la RDA. Después Altamirano emprendió vuelo hacia el exilio en la RDA. El secretario general del PS ocupó un moderno departamento y tenía automóvil con chofer, y la Stasi le había confeccionado un plan de protección.


La Stasi también jugó un rol en el canje de Luis Corvalán, secretario general del PC, detenido en la Isla Dawson, por el disidente ruso detenido en Moscú, Vladimir Bukovsky, un escritor que había sido confinado en un hospital psiquiátrico.
EN 1974, Paul Ruschin había hallado la cobertura perfecta para un jefe de operaciones especiales. Con documentación falsa ingresó a trabajar como estafeta a la embajada de Finlandia en Santiago. Desde ese puesto coordinó el viaje a Chile del jurista finlandés y experto en derechos humanos del Ministerio de Justicia de Helsinski, Hans Goeran Frank, para visitar a Luis Corvalán, quien estaba detenido en la Isla Dawson.




Luego de esa visita, Nathaniel Davis, el entonces embajador de EE.UU. en Chile en 1975, condujo las negociaciones finales para el intercambio, que fueron seguidas de cerca por los hombres que Markus Wolf mantenía en Chile. "Fue la primera ocasión en la historia en que los soviéticos intercambiaron presos políticos con un régimen como el de Pinochet", relata una fuente diplomática.


Tras la liberación de Corvalán, la cúpula de la Stasi celebró y Mielke condecoró al jefe de la operación, según consta en un archivo desclasificado de la Stasi, que data de 1976. Según el documento, "Mielke escribió un mensaje a todos los departamentos de la Stasi el 18 de diciembre de 1976: 'Los congratulo por la acogida en la RDA con entusiasmo y felicidad, por la gran victoria del movimiento de solidaridad internacional por haber obtenido la libertad del secretario general del Partido Comunista, nuestro amigo y compañero Luis Corvalán, quien había sido encarcelado en Chile".


El texto decía, además, que el KGB soviético había utilizado "algunas medidas especiales" y obligó a la Junta Militar chilena a dar a Corvalán su libertad.


En 1975, el grupo de la Stasi en Santiago informó sobre el viaje de Augusto Pinochet a España al funeral de Francisco Franco, donde a juicio de los agentes éste pretendía mantener reuniones secretas con militantes conservadores de Europa, principalmente italianos. Entonces, detener a los enlaces de la DINA en Alemania Occidental se transformó en una obsesión para el director de la Stasi, Erick Mielke, quien ordenó analizar su infiltración y la neutralización de enlaces encubiertos en Europa. "Se recomienda observar y controlar el contacto personal de los chilenos con sus amigos que viven en el exterior capitalista para evitar oportunidades de la extrema derecha, y evitar que los servicios secretos espíen el quehacer de la RDA. Se recomienda ser muy cuidadoso con el servicio secreto de la Junta Militar (DINA)", señala un informe desclasificado de la Stasi. El documento finalmente acota: "Se cree que el responsable máximo de la organización de la DINA en Europa es el embajador en España, Oberst Ewing"

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